El códice, escrito en letra bastarda francesa es, según Durrie, "una obra singularmente interesante para la historia de la iluminación". De sus 336 páginas, 320 están profusamente ilustradas con pinturas de alto valor pictórico y de gran vistosidad, haciendo que este códice sea una joya excepcional. Se incluyen, así mismo, muchísimas miniaturas historiadas (más de 700) en abundantes y variadas orlas. Contiene varias a doble página: la Entrada victoriosa de Heraclio en Jerusalén con la Cruz de Cristo, Victoria de David sobre Goliat, y Encuentro de los tres Caballeros de la Muerte, las cuales bastarían para calificar al códice como una obra maestra. Otro gran número de ellas, han sido realizadas en página completa y culminadas con pan de oro". Aunque el prólogo no lo anuncie, el Libro de Horas de Carlos V servía a su poseedor como una auténtica enciclopedia, pues entre las historias bíblicas se intercalan diversos ciclos: Concordancia entre Sibilas y Profetas, Leyendas de la Cruz, Milagros de la Virgen, Concordancia entre Profetas y Apóstoles, Composición del Credo, Hechos de los Apóstoles, Crónicas de la Vida de David y de la Vida de Job, Leyenda de los Tres Vivos y los Tres Muertos, Danza de la Muerte, etc. Esta proliferación de imágenes nos indica que el Libro de Horas miniado servía más para ser visto que para ser leído; y éste, particularmente, rompe los esquemas establecidos para mostrarnos una nueva civilización de la imagen.
El manuscrito perteneció a los Austrias hasta que Felipe III se lo regaló al Cardenal de Narbona Francisco de Joyeuse durante su visita al Monasterio de Montserrat. En el siglo XVIII formaba parte de la biblioteca del Cardenal Zelada; y en 1869 ingresó en la Biblioteca Nacional con otros códices de la Catedral de Toledo.
Izquierda. Folio 5. Calendario. Marzo. Aries
Derecha. Folio 16. La Creación
Lejos de las típicas escenas bucólicas, las imágenes del Calendario representan la vida humana: a lo largo de los meses del año se suceden la infancia, la juventud y la madurez de dos hermanos, uno piadoso y otro pecador, que mueren en diciembre, con el año; pasando el alma de uno al cielo y la del otro al infierno. En la imagen de la izquierda (f. 5) vemos al niño aplicado con un libro en las manos (el futuro piadoso) y al otro con un juego de Tablas (el futuro pecador). A continuación (f. 16), Dios muestra a Adán todos los seres del Paraíso: cuadrúpedos, aves, peces, así como las aguas y las estrellas. Las seis miniaturas siguientes están dedicadas a Eva, la serpiente, el fruto prohibido y la expulsión del Paraíso. A continuación se representa el ciclo de Caín y Abel con otras cuatro espléndidas ilustraciones, seguido por el de los patriarcas hasta José en Egipto. Este Libro de Horas dedica al Génesis 27 miniaturas (f. 16 – 42) y cada una de ellas contiene un registro aparte abundando en la narración: más que muchas Biblias historiadas.
El Capítulo IX (f. 44-51) trata de las Concordancias entre Sibilas y Profetas vaticinando el Nuevo Testamento. Así, aparecen las sibilas Eritrea (Anunciación y Navidad), Pérsica (Virgen Apocalíptica con el Niño y pisando la serpiente), Líbica (Madre e Hijo iluminando las tinieblas), Samos y Cimeria (El Pesebre y la Virgen amamantando al Niño), Europa y Tiburtina (la Huida a Egipto y Jesús es abofeteado), Agripina y Délfica (la Pasión), y Helespóntica y Frigia (Crucifixión y Resurrección). El texto cita los nombres de los profetas con los que se relacionan las predicciones de estos oráculos.
Los Capítulos X y XI (f. 52-61) tratan el Éxodo, y del XII al XV (f. 62-125) la Vida de Cristo en 63 ilustraciones. También incluye 12 miniaturas del Apocalipsis (f. 243-254) dentro del ciclo del Nuevo Testamento. A la Vida y Milagros de la Virgen se han dedicado 20 ilustraciones (Cap. XV-XVII). Todos estos folios miniados, y aún quedan muchos hasta 320, están compuestos dentro de los Ciclos litúrgicos propios de las Grandes Horas.
Izquierda. Folio 27. El Arca de Noé
Derecha. Folio 43. Naturaleza viva
Izquierda. Folio 82. Las bodas de Caná
Derecha. Folio 318. El pueblo de Israel recolecta el maná
Izquierda. f. 328. Isaías y Ezequías
Derecha. f. 333. Instrumentos de la Pasión
Como vemos en la página anterior, a la derecha del Arca de Noé (f. 27), el artista ha compuesto un paisaje con animales retozando en un bosque y unas aves que cruzan un cielo azul (f. 43). Esta miniatura es una recreación del miniaturista para separar dos capítulos diferentes: el Ciclo de los Patriarcas (IX) y el las Sibilas (X).
Debajo de estas, las Bodas de Caná (f. 82) incluida en la Vida de Cristo (Cap. XIII), y la representada a su derecha (f. 318), de distinto signo, pertenece al Éxodo del Antiguo Testamento, aunque retomada por el iluminador para ejemplarizar una oración en el Sufragio de los Santos (Cap. XXXIII).
La que vemos aquí a la izquierda de Isaías y Ezequías (f. 328) también es un ejemplo de las oraciones finales; y en la última del manuscrito se han representado los instrumentos de la Pasión (f.333). Entre columnas de influencia renacentista, el artista ha compuesto en el centro la Cruz y abajo el Sepulcro. Sobre la Cruz, la Corona de espinas, el rótulo INRI y los dados sobre la túnica. A la derecha, el gallo de la negación de Pedro sobre una columna; y detrás los clavos, los látigos y la escalera del Descendimiento. A la izquierda de la Cruz la lanza con la esponja y la de Longinos que le atravesó el costado; y entre ambas la santa Faz, la espada, la vara (o cetro) y la mano atravesada por los clavos. A la izquierda ha compuesto el retrato de Caifás, los rollos de la Ley, la jarra con el agua para lavarse las manos, el retrato de Pilatos, y una mano indicando la sentencia.
En el manuscrito se ven varios artistas y una mano principal que podría ser de Jean Poyet, iluminador del taller de Carlos VIII. Las negociaciones de Ana de Bretaña con Isabel la Católica para un acuerdo matrimonial de su hija Claudia con el príncipe Carlos (Tratado de Blois, 1504) cuando ambos apenas tenían 4 años de edad, posiblemente motivó el regalo de este libro especialmente iluminado para la educación del futuro Carlos I. El acuerdo no llegó a materializarse, pero el manuscrito se concluyó poco después y terminó en la Biblioteca de los Austrias.
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