Libro de Horas de Doña Leonor de la Vega


El obispo Diego Ramírez de Villaescusa de Haro, embajador en Flandes, en 1498 envió el códice a Garcilaso de la Vega, embajador en Roma y padre del poeta del mismo nombre. Se conoce su pertenencia por una inscripción del folio 1: "Hic liber habitus Rome magnifico domino Garsie Lasso Serenissimorum regis et regine Hispaniarum Oratori. Mittitur ex Bruxellis a primo Capellano Illustrissime Ioannae Austriae archiducise electo astoricense". El poeta Garcilaso de la Vega (su hijo) falleció siendo aún muy joven a consecuencia de las heridas sufridas en el asalto al castillo de Le Muy, en Provenza (1536). El destino quiso que el manuscrito pasase a poder de su hermana, de quien toma su nombre: "Estas horas son de la muy ilustre Señora Doña Leonor de la Vega. Ecija".




El manuscrito fue realizado por el maestro flamenco Guillermo Vrelant (Utrech 1410 – Brujas 1481) entre 1465 y 1470. El artista vierte en éste códice lo más depurado de una técnica distinta y peculiar, con un carácter dibujístico muy acusado, donde personajes y objetos aparecen en relieve como consecuencia de la minuciosa preparación a que era sometido el pergamino. Las miniaturas a toda página, muchas y variadas, son muy homogéneas y de una calidad artística superior. Las orlas, cuidadas y exquisitas, son muy tupidas, con variadísimos vegetales, flores, pequeños monstruos y escenas satíricas; demostrándose en todas las composiciones la incomparable técnica del maestro. El oro, hábilmente colocado a lo largo de todo el códice, enriquece aún más las ilustraciones de éste bellísimo Libro de Horas. Contiene a toda página una serie de ellas relativas a la vida de Cristo y a los oficios litúrgicos; pero no menos importantes son las numerosas páginas de texto con grandes capitulares decoradas con pan de oro.

Pero Vrelant no sólo nos muestra aquí un trabajo perfecto, o la devota liturgia de las oraciones e ilustraciones propias de los Libros de Horas, sino todo un universo de fantasía que vive entre las espléndidas orlas; un mundo de ingenuidad y desenfadado propio de las tradiciones populares, que convive con el reverente tema religioso de los libros de oraciones.


Izquierda. Folio 83v. Anuncio a los Pastores
Derecha. Folio 88v. Adoración de los Magos


El manuscrito incluye el Calendario, aunque no tiene ilustraciones; sin embargo, las del resto de los capítulos son de extraordinaria factura. Las Horas de la Cruz (f. 17r – 31v) contiene 19 miniaturas, la primera de ellas 'Cristo bendiciendo' y la última 'San Juan'. Las Horas del Espíritu Santo (f. 33v – 50r) contiene 6, entre ellas los 'Evangelistas'. Las Horas de la Virgen (f. 52v – 118v) tiene 9. Tras 1 dedicada al 'Juicio Final' (f. 119v), en el Oficio de Difuntos (f. 140r – 182v) hay 3, entre ellas la 'Virgen Apocalíptica' (f 182r). Finalmente, el Sufragio de los Santos (185v – 202r) contiene 19 miniaturas.



Izquierda. Folio 18r. Jesús ante Pilatos
Centro. Folio 18v. La Flagelación
Derecha. Folio 19v. Camino del Calvario



Este ejemplo de Capitulares historiadas que ocupan casi la mitad de la caja de escritura da idea de la minuciosidad de las composiciones. Por la época de la datación del manuscrito, Guillermo Vrelant presidía el sindicato (o gilda) de Iluminadores de Brujas y en su taller no se podía cometer un solo error; como prueba este trabajo y otros que iluminó hasta 1481, año de su muerte.




El maestro iluminador no tenía permitido pintar; pero las tupidas orlas son indudablemente de Vrelant, quien utiliza el lapislázuli pródigamente para las hojas de acanto de azul intenso, amén de distintos tonos ocres, rojos y verdes para la multitud de plantas y florecillas que invaden las orlas de la miniatura. Las ilustraciones, enmarcadas con pan de oro, se antojan como escenas que se ven al fondo a través de una ventana, dando la sensación de relieve. Vrelant utiliza efectos ópticos como un reto al espectador en un juego de adivinanzas; pues debe concentrar la vista lentamente para descubrir entre la decoración una serie de pequeños animales y monstruos ocultos entre las hojas como duendecillos.